lunes, 14 de febrero de 2011

Panorama mundial

En el mundo continúan vigentes las divergencias sobre la política monetaria y fiscal, los tipos de cambio, y los desbalances globales del comercio. La estabilidad financiera depende de la consolidación de la recuperación mundial; las entidades tienen que prestar y este nivel de actividad no es genuino.

La administración Obama presento el Proyecto de Ley de Finanzas (un presupuesto con 7% de déficit fiscal en 2012), que profundiza la tendencia del desbalance global.
China, seguirá aplicando su modelo productivo y exportador, aprovechando la debilidad del sistema global actual en términos de comercio y tipos de cambio, para seguir ganando mercados, al tiempo que desarrolla un poderoso mercado interno. Si bien el renminbi chino esta lejos de convertirse en la moneda de reserva, el Vice Primer Ministro desafío a Washington, diciendo que el “patrón dólar” no refleja la actual situación internacional.
Las potencias económicas globales siguen aplicando estímulos monetarios y fiscales, pero no hay acuerdo en reducir los actuales desequilibrios de cuenta corriente y controlar los movimientos de divisas, ni definir el rol que las monedas deben desempeñar en este nuevo escenario.
La ronda Doha de negociaciones multilaterales sobre el libre comercio parece extinta y, aun ahora los países implementan controles de capitales para abordar la volatilidad de los flujos financieros y la inversión extranjera directa.
No existe consenso y a la vez falta vocación para reformular la regulación y supervisión de las instituciones financieras y el sistema monetario internacional; mucho menos para reasignar el papel central que hoy tiene el dólar.
Muerto el Consenso de Washington, crecieron las dudas de los países que acompañaban (ex lideres), porque luego de la crisis mundial, el libre mercado fracaso en su tarea de asegurar la prosperidad de largo plazo. En todos los continentes, esto también luce como una amenaza a la estabilidad política, y pone sombras sobre las respuestas posibles que demanda el actual nivel de injusticia social mundial. Ni aun los gobiernos autocráticos como el de Egipto se salvan de dar cuentas por los resultados de la economía en los aspectos sociales. Las potencias occidentales ya no tienen el consenso político nacional y los recursos financieros para avanzar en temas de la agenda internacional. EE. UU., está polarizado políticamente, y en algún momento debe decir como hará para empezar a reducir su déficit fiscal, si es que quiere mantener su credibilidad. Europa intenta rescatar la eurozona doblando el fondo de ayuda, Japón no avanzo en las reformas estructurales, según las cuales podría frenar el declive económico de largo plazo. China, India y Brasil están concentradas en su propio desarrollo, y aun no lucen con la decisión de asumir las nuevas responsabilidades internacionales que demanda un liderazgo global.
En síntesis, el mundo esta suspendido como en una foto; y llegamos al punto donde no se ve claro como sigue la película. Peligroso, porque de estas inercias se han alentado las mas oscuras ambiciones y objetivos egoístas. Un mundo sin liderazgo, sin cooperación; es un sitio inestable y amenazante no solo para la economía y la política; sino para el futuro de la gente que vive en esta aldea global.

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