lunes, 6 de diciembre de 2010

La politica y la economia

Los Monetaristas y fundamentalistas de mercado, tradicionales adversarios de los Keynesianos; no comprendieron bien, no quisieron aceptar, o no pudieron ver, la importancia y el rol que las políticas públicas tienen para mitigar las fluctuaciones del ciclo económico, hasta que EE. UU. y el Reino Unido, hicieron uso completo de toda la batería de instrumentos de expansión fiscal y monetaria.
Para algunos economistas jóvenes, formados en una sola dirección; ha quedado demostrado que el Estado desempeña un rol imprescriptible como garante de los equilibrios macroeconómicos. La verdad es que la discusión y el debate en los últimos años, pasó por defender intereses, mas que por los pretendidos “canales de transmisión de las políticas públicas”.
Se llego a negar la posibilidad de oficiosidad, tildando a cualquier práctica parcial como “intervencionismo”; aun cuando economías como la Argentina, mostraban una elevada capacidad ociosa, la demanda agregada se hallaba deprimida por 4 años y asomaban claras señales de deflación (1998/2002). Por el contrario, se ha demostrado en los últimos 9 años, que el Estado puede aplicar políticas expansivas para estimular el gasto agregado, apuntalar la actividad económica y reducir el desempleo; porque cuando existe capacidad ociosa, la demanda agregada crece por encima de la oferta sin generar tensiones inflacionarias.
La publicidad oficial “Achicar el estado es agrandar la Nación (1976-1981)”, instalo una filosofía dominante en Argentina por 35 años. Desde entonces se fue minando el rol del Estado, y la posibilidad de intervenir en ocasiones, para acelerar la demanda. Se instalo el concepto de desacelerar el crecimiento de la demanda agregada nominal, para contener las presiones inflacionarias, como un dogma.
El desprestigio del rol del Estado, en su papel estabilizador de los equilibrios macroeconómicos, permitió que la Argentina y otros países que habían legalizado este dogma (Ej.: en Argentina Leyes de Convertibilidad de la Moneda y Convertibilidad Fiscal), sufrieran recesiones irracionales sin siquiera poder valerse de una medida; provocando a la postre, los colapsos mas extraordinarios de la historia económica contemporánea. Las evidencias empíricas han hecho que hoy, esta cultura de eliminar al Estado de todas partes, este en franco retroceso, básicamente en los países mas desarrollados del mundo, con el apoyo de sectores importantes de la sociedad, y dirigentes políticos de distinto enfoque ideológico. El mundo entero cuestiona los resultados de las políticas previas al colapso mundial, si bien lucían antes, “irrefutables” (Recuerde “el Pensamiento Único”= La economía de mercado es la mejor forma de economía posible o, al menos, la menos mala; y cualquier intervención estatal, no es considerada estrictamente necesaria por su futilidad).
Juiciosamente se observa una menor devoción hacia la teoría económica, y esto viene acompañado de una fuerte desvalorización de los profesionales mas encumbrados, incluyendo majestuosidades divinizadas por más de tres décadas.
Existe hoy un notable avance de la política sobre la economía.


4 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

El sentido común nos haría llegar, como economistas Teóricos, a las IS-LM de Hicks y a la curva de Philips. En toda fase de despegue económico es necesaria la inflación...que reduce el paro (ejemplos no faltan), si nuestra política monetaria es la adecuada (la Fed acaba de planificar una acertada inyección monetaria contra compra de bonos) devaluaremos nuestra moneda...más exportación, más turismo y relanzamiento económico. Evidentemente , todo esto son ideas generales que luego implementaríamos en acciones concretas (justo lo que los políticos NO SABEN HACER).

Mark de Zabaleta Herrero

Anibal Villordo dijo...

Excelente Artículo Pablo.

CASPA DE MALDITOS dijo...

Muy bueno.

Marraco dijo...

Todo depende de la situación macroeconómica.

A veces hay que estimular el consumo, y otras la producción. Con capacidad ociosa, se requería cosumo. Hoy se requiere inversión.

Antes desempleo, ahora inflación. No se puede aplicar ciegamente la misma receta.