miércoles, 14 de enero de 2009

El Marketing de un gran vendedor

He podido comprobar que existen pocos ambientes más quiméricos que las Facultades de Economía y Negocios de la Universidad de Chicago. Esta prominente casa de estudios no se ha limitado a preparar estudiantes de economía y negocios; sino que construyó y fortaleció cientos de académicos que se desplegaron estratégicamente por todo el mundo.
Un menudo hombre carismático, básicamente “un gran vendedor”, mas que un científico; revolucionó por completo el oficio de economista profesional, lanzando cientos de inmodestos discípulos. Con el leitmotiv del “laissez –faire”, Fridman acopló y desarrolló una corriente revolucionaria integrada por probados devotos y, aprendices de alquimista que cambiaron la historia de los últimos cuarenta años. Gary Becker (Premio Nobel de economía 1993, a quien pude conocer el año siguiente), dijo que asistir a las clases de Milton Fridman era literalmente “mágico”. Me sonó a esoterismo ejercido entre acólitos por un gurú del Himalaya. Un egresado y profesor argentino escribió hace muy poco, hablando de otro catedrático de Chicago, -“a mi me salvó la vida tal profesor”- que le explicó una entelequia matemática-. Yo sentí vergüenza ajena, la blasfemia de un hombre cegado por completo a lo verdaderamente trascendente. Con escasa diferencia pude ver un hombre bomba, convencido de su privilegio divino.
Fridman soñaba con eliminar toda clase de regulaciones financieras, aranceles al comercio y controles. El deseaba un capitalismo puro y sostenía la necesidad de aplicar políticas de shock, como herramienta efectiva para alcanzar resultados radicales. Recuerdo una pregunta de Daniel Roel Mora, acerca del “costo social”, que tendría el enfoque que representaba don Alejandro Vegh Villegas en 1979, interpelación de la que Vegh, nunca salió.
Fridman prometía libertad individual, un proyecto con cualidades tan emocionantes y provocadoras como el trotskismo, es decir; idealismo combinado con radicalismo. Parecido al marketing de la utopía emprendedora; consistente en mostrar un abortivo, sin decir que la probabilidad de ocurrencia es de 1 en 6 mil millones.
-¿Donde se practicaban cabalmente sus políticas y con que resultados?-.


La perfección y el equilibrio que no podía mostrar en la práctica la escuela de Chicago, hacía que cuando algo salía mal, Fridman y sus muchachos solían culpar a los políticos que habían permitido excesos en el sistema financiero, o expansiones de la base monetaria.
Estos ex muchachos de Chicago-hoy están mayores- se han enorgullecido de sus conocimientos y aun lo hacen, presumiendo de una erudición que no han podido probar científicamente. A veces durante sus ponencias han parangonado la teoría monetaria, con los postulados naturales de la física. Yo mismo he escuchado comparar la “Ley de Gravedad” de Newton para apoyar vergonzantes irrealidades.
Dado que muchas veces no podían demostrar la efectividad de sus entelequias en la economía real, seducidos por el amor a la abstracción cuantitativa; se entrometieron en forma furibunda en todos los bancos centrales del mundo, elaborando “principados independientes” donde desarrollaron costosas idealizaciones, respaldadas con modelos mas dignos de John Nash, que de Jonas Salk. La majestuosidad forastera en las entregas, producía en la audiencia un cierto embelesamiento a través de lo elegante y comprensivo de las exposiciones, este aspecto fue haciendo que las generaciones que hoy asisten confundidas, fueran cayendo a sus pies, una tras otra. - Picardía, agudeza, elegancia, jactancias de rigor académico, fenomenal marketing, y dinero; abrieron paso a un ejercito arrogante y fundamentalista que inventó un sistema de negocios propio perfecto; aunque indiscutiblemente haya fracasado en un mercado mundial globalizado sin intromisiones, auténticamente libre, como lo habían soñado.
El enorme poder que fluyó sobre muchos de estos hombres implacables e insensibles en el gobierno, los hizo incurrir en todo tipo de deslices. Mentira, corrupción y soporte técnico al servicio de los más exaltados presidentes de países sin democracia. La aplicación de sus modelos ha hecho extraordinariamente millonarios a pocos, convirtiendo así sus propios servicios profesionales en imprescindibles y altamente rentables.

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