lunes, 14 de abril de 2003

Diez temas ineludibles para el que gane

En el último tramo, previo a las elecciones presidenciales, el equipo económico aceleró sus iniciativas y realizó importantes cambios. De esta forma completó una gestión temporal que no deja lugar a dudas acerca de la habilidad político económica del Ministro Lavagna. Faltando solamente un mes para la fecha tan esperada, el doctor Roberto Lavagna realizó un conjunto de anuncios tendientes a dejar resueltos ciertos problemas que quedaban pendientes y parecían subsistir hasta la próxima administración. La liberación del famoso “corralón” constituyó la noticia más importante en el plano monetario. Las entidades financieras no solo acompañaron la decisión, sino que la mayor parte de ellas aún mejoró las disposiciones de los plazos previstos de permisión de devolución por montos.
Todo transcurrió sin sobresaltos durante el transcurso de los primeros días. Los ahorristas se mantuvieron cautelosos y las entidades con un alto grado de liquidez respondieron a los requerimientos previstos en general, sin inconvenientes.
En forma conjunta con el BCRA, el Ministerio de Economía trabaja arduamente con el fin de incursionar en políticas activas que estimulen el crédito que durante los primeros ocho meses del año 2002 se contrajo sistemáticamente. Esto ha sido constante desde antes de la administración Duhalde todos los meses, acelerándose en forma intensa y traumática durante el año pasado. Afortunadamente en 2003 se aprecia una desaceleración del ritmo de caída, aunque todavía no logra despuntar lo suficiente para disparar el ascenso de la actividad productiva.
En forma abierta el BCRA negoció con el FMI para corregir las metas de base monetaria acordadas, en forma consistente con los objetivos de política económica del plan emergencial de Lavagna. El propósito es contener la caída de la cotización del dólar, cuya demanda se encuentra fuertemente retraída. Teniendo ahora un mayor margen de maniobra para adquirir más dólares en el mercado cambiario, la cotización del dólar ascendería paulatinamente hasta estabilizarse en un valor cercano a los 3 pesos por dólar.
Este es un aspecto crítico para mantener la estrategia vertebrada con el sector exportador. La contribución que este sector efectúa es de dos tipos. Contribuye a la reactivación del aparato productivo y consecuentemente aporta financiamiento fiscal a través de las altas retenciones impuestas a los envíos al exterior. Indudablemente también la sustitución de importaciones con sus actividades en auge está en sintonía con un tipo de cambio alto que funcione como una barrera natural a la competencia foránea.
Otro tema crucial está relacionado con el rescate de las cuasi monedas que sumadas se aproximan a los 7.300 millones de pesos. Esta acción podría incrementar la demanda agregada de las economías provinciales. Este ejercicio no implica un efecto monetario expansivo, dado que al mismo tiempo que se emiten pesos para el rescate, se absorben los stocks de estas cuasi monedas en la misma proporción.
En materia de gasto, el ministro ha decidido impulsarlo como un motor adicional que acompañe un final a toda orquesta. Se tomaron medidas como el pago del incentivo docente atrasado, el rescate anticipado de BODEN para la construcción y la compra de “cero kilómetros”, subsidios de 150 pesos para ancianos de las provincias mas pobres y se impulsó la extensión de la asignación no remunerativa de 150 pesos al salario de los trabajadores del sector privado, más otros 50 pesos adicionales.
Atendiendo a la cercanía de las elecciones también, se observan medidas populares como el estiramiento de los plazos para las ejecuciones de préstamos incumplidos con destino a vivienda única y la extensión de la doble indemnización por despido, dentro de lo más significativo. Por supuesto con la explícita contrariedad y desagrado del FMI.
Si las cosas se mantienen como hasta el presente, el gobierno que asuma desembalará el paquete que siempre le deja el saliente, esta vez con una situación coyuntural favorable, teniendo en cuenta el caos que reinaba hace solamente un año. Cuatro trimestres consecutivos de recuperación de la actividad económica, luego de cuatro años de depresión (Segundo trimestre del 98-segundo trimestre del 2002), desaceleración de los índices de inflación, metas fiscales y monetarias en sintonía con el acuerdo transitorio alcanzado con el FMI (11 meses de superávit primario consecutivos hasta Marzo y fuerte baja del gasto público en términos reales), más la liberación de los depósitos del cepo denominado “corralón” no son poca cosa. La industria creció en los últimos 5 meses a un ritmo anual de 32 por ciento. El retroceso del dólar hasta descender por debajo de los 3 pesos dio por tierra con la mayoría de los pronósticos sombríos de los economistas más propensos de nuestro medio. Existen buenos niveles de reservas, suficientes para enfrentar cualquier posibilidad de especulación contra el peso mientras se decide quien será el próximo Presidente.
Hasta hace solo unos meses este cuadro descrito hubiera presumido ciencia ficción, a juzgar por las previsiones de muchos economistas y periodistas. Hasta aquí, podemos dar gracias a Dios por el milagro de detener una caída libre de un país en llamas. Aún podemos percibir que son muchos los que no se explican como fue esto posible, aunque lo disimulen con ambigüedades.
El comportamiento de la economía es decididamente más disciplinado que hasta hace tan solo un año atrás, no obstante quedan para el próximo gobierno materias pendientes que de ninguna manera pueden subestimarse ni considerarse minúsculas.
Si observamos los beneficios descriptos hasta aquí, tampoco podemos dejar de advertir para ser imparciales, que los mismos tienen características coyunturales y para consolidar la actual marcha de la economía, es necesario afianzar los resultados obtenidos con un plan sustentable de mediano y largo plazo.
El lamentable tobogán económico que se inició en el segundo trimestre de 1998, tres años antes de la devaluación, default, pesificación asimétrica y confiscación de depósitos; nos remontó a los argentinos al mismo PBI per cápita que teníamos en 1968, año en el que escribe suscribe egresó de la escuela primaria (34 años atrás). Una experiencia difícil de hallar en la historia económica internacional, aún investigando en los anales de los países más inciertos.
Los diez temas ineludibles que quedan asignados a la próxima administración, tienen características estructurales y por lo tanto requieren definiciones políticas. Es obvio que la forma de resolver los trastornos aplazados estará estrechamente condicionada a los distintos enfoques de política económica que podemos percibir en los candidatos con mayor intención de voto, a saber:
1. ¿Renegociación de contratos con empresas privatizadas o reestatización?
2. Definición de montos de ajustes de tarifas de servicios privatizados. Las presiones serán fuertes, aunque el nivel de caída del salario limitaría por sí mismo las pretensiones de ajuste. La alternativa es la fijación de tarifas políticas.
3. Determinación de cual será el nuevo tipo de sistema financiero imperante y consecuentemente su política crediticia emergente. ¿Vuelven los años de Roque Fernández y Pedro Pou o se nacionaliza la banca y los depósitos?
4. Relaciones futuras con los organismos multilaterales de crédito en función de la revisión de la deuda o el reconocimiento de la misma.
5. Reestructuración de la deuda pública y su decisivo impacto en las necesidades de los próximos años. ¿Habrá quita en capital e intereses o extensión de plazos?
6. Realización de una reforma fiscal permanente, entendiendo que el gobierno carece de financiamiento externo e interno (reforma del estado en uno u otro sentido, coparticipación federal, recaudación, retención a las exportaciones).
7. ¿Continuidad, aumento o sustitución de regimenes de subsidios sociales vigentes y futuros?
8. Restablecimiento del sistema de contratos para reconstruir la confianza y credibilidad para realizar transacciones a nivel privado nacional e internacional
9. Generación de empleo para contrarrestar los niveles record de indigencia y pobreza de la población o caos social y represión como en el final de De la Rúa?
10. Establecimiento de una política monetaria y cambiaria consistente con las pautas de política económica definidas en los puntos anteriores. Para esto se requerirá un puntilloso trabajo técnico para evitar que arrecien los frentes de desestabilización que reavivarían situaciones desestabilizadoras como “la tribulación del riesgo país”.
En este contexto doméstico difícil para Argentina, tenemos que adicionar un escenario desfavorable de igual forma para toda la región, que ya comienza a manifestarse aún en los países con mejores performances como Chile. No parece ser beneficiosa la decisión del gobierno de Chile de manifestarse contra el ataque a Irak por parte de los aliados. La postergación sin fecha del Tratado de Libre Comercio que tantas expectativas económicas presentaba hasta el momento para nuestros hermanos chilenos, parece ser un mensaje claro por parte de Estados Unidos hacia aquellos países cuya política exterior no coincida con su visión cósmica.
El conflicto de Irak será una carga adicional pesada para toda la economía internacional y los argentinos seguimos cohabitando el mismo planeta. Claramente el mundo crecerá menos (todos los pronósticos se siguen corrigiendo a la baja). Desde los momentos previos a los episodios terroristas de Setiembre de 2001, Estados Unidos y el mundo, experimentaban una desaceleración mucho más preocupante para las economías emergentes con el transcurso del tiempo.
Aún finalizando la guerra y disipándose las incertidumbres derivadas de la misma, la pregunta es: ¿Se producirá un entusiasmo ascendente que se transforme en un crecimiento mundial firme en el futuro inmediato o comenzarán las especulaciones simultáneas con Corea del Norte y Colombia? Las proyecciones de crecimiento actuales para este año están 0,5% debajo que el pronóstico de Setiembre de 2002, según un informe difundido el 9 de Abril por el FMI. Estados Unidos que explica el 22 por ciento del crecimiento del PBI mundial, crecerá solo 2,2 por ciento este año (FMI) y tendrá que absorber el costo fiscal de una prolongada presencia militar en Irak, y eventualmente en la zona estratégica de Corea del Norte. Por lo tanto la política fiscal no podrá oficiar efectos expansivos como tenía prevista la administración Bush en el comienzo de su mandato. El Senado recortó al cincuenta por ciento las rebajas impositivas para estimular la economía y varios estados del norte tendrán que bajar el gasto para cumplir con el equilibrio emergente de esta situación. Las tasas de interés son las más bajas de los últimos cuarenta años y Alan Greespan (titular de la Reserva Federal) parece no estar dispuesto a seguir reduciéndolas. En esta guerra Estados Unidos no cuenta con ayuda financiera de otros países como Japón, Arabia Saudita y Alemania lo hicieron en la Guerra del Golfo, en 1991. Si se profundiza la desaceleración de la economía norteamericana se afectará negativamente el PBI y el comercio mundial, ya que hoy el mundo es suficientemente dependiente de Estados Unidos. El área del Euro donde se produce casi el 17% del PBI mundial crecerá solo el 1,1 por ciento, Japón sigue estancado con tasas de crecimiento menor a un dígito, y Latinoamérica y el Caribe alcanzarán escasamente 1,5 por ciento en promedio. Solo los mercados emergentes de Asia crecerán 6 por ciento si nada se modifica.
En principio es obvio que la guerra tiene otras consecuencias políticas que impactarán la estructura económica y el comercio internacional.- La fragmentación de la OTAN y la ONU puede tener efectos adyacentes, aún no evaluados en su participación en instituciones como la Organización Mundial del Comercio y los organismos multilaterales de crédito. Los mercados ven en la autonomía mundial de Estados Unidos el inicio de una nueva etapa económica con consecuencias en el movimiento de capitales, inversiones y comercio, antes del conflicto bélico impensado. Extrapolando la política internacional a la política económica internacional entonces, no sería absurdo pensar que si Estados Unidos desconoció las resoluciones de las Naciones Unidas y de la OTAN, también podría en el futuro hacer caso omiso de resoluciones de orden comercial de la Organización Mundial del Comercio o ejercer presiones crediticias a través de su liderazgo en el FMI; haciendo más difícil la situación de los países con necesidades de colocar bienes y obtener apoyo financiero para dinamizar sus economías.
Para coronar el sumario, a la puerta de los comicios, la gente mantiene una actitud en ciertos ambientes displicente y no muy definida ante las alternativas existentes, con el agravante que las distintas opciones determinarán un perfil de país absolutamente diferente.
Con este panorama para reflexionar, me despido hasta la próxima, encomendándome al mismo Dios que nos trajo hasta aquí en forma sobrenatural. Hay un país y un mundo que lo necesita irreemplazablemente.